DARWINISMO SOCIAL vs FUNCIONALISMO (1ª PARTE)

DARWINISMO SOCIAL

DEFINICIÓN: Es aquella corriente que extrapola la teoría de la evolución de Charles Darwin al campo social. En el último tercio del siglo XIX, determinados grupos intentaron justificar el imperialismo mediante el argumento de que los individuos y colectividades con mayor capacidad serían los más aptos para sobrevivir, en tanto que aquellos que carecían de esas cualidades estarían condenados a la extinción o a la supeditación. El hombre blanco, con su depurada técnica, organización y superior civilización estaría facultado para “civilizar” y utilizar en provecho propio a los pueblos inferiores. El darwinismo social desembocó directamente en el racismo y la xenofobia. Se expresó de forma radical a lo largo de la primera mitad del siglo XX en el antisemitismo nazi.  



 


Pero obviamente no se puede hablar del darwinismo sin hablar antes de Charles Darwin.  



Charles Robert Darwin, hijo de Robert y Susannah Darwin, nació el 12 de febrero de 1809 en el seno de una familia pudiente, con todo lo que ello significa en cuanto a comodidades y privilegios; y esa riqueza, que él incrementaría considerablemente gracias a una vida de frugalidad, le permitiría convertirse en uno de los pensadores más influyentes de la historia: el hombre que formuló la teoría de la evolución. 

Como es sabido, Darwin expuso una teoría en el siglo XIX, que explicaba que las especies evolucionaban como consecuencia de la selección natural, como parte de la lucha por la supervivencia, y que se transmitía hereditariamente. Pues bien, en esa misma centuria se hizo una aplicación de esta teoría científica a la sociedad. El primero que formuló esta aplicación fue Herbert Spencer, aunque Darwin nunca pretendió derivación alguna de sus ideas fuera de las Ciencias Naturales. En grandes rasgos, el darwinismo social consideraba que la sociedad era un organismo vivo que evolucionaba como los seres vivos. La competencia entre los individuos era buena porque imprimía beneficios a la genética humana, mucho más que una buena educación, por ejemplo. Estas ideas hicieron fortuna y tuvieron mucho éxito en la Inglaterra victoriana y se expandieron por todo Occidente. El darwinismo social sirvió a los grupos sociales económicamente dominantes para justificar las desigualdades sociales que se habían generado con el triunfo de la Revolución Industrial y el capitalismo.
El darwinismo social se aplicó a las relaciones internacionales y el dominio colonial, a finales del siglo XIX. El premier británico, lord Salisbury explicó esta idea en un discurso del año 1898. La revolución industrial y sus aplicaciones militares habían producido una división entre los países del mundo. Por un lado, estarían las naciones vivas, que se irían fortaleciendo cada vez más y, por otro, las moribundas, cada día más débiles. Por distintas razones –políticas, filantrópicas o económicas- las naciones fuertes terminarían por apropiarse de los territorios de las moribundas, provocando conflictos.
Por su parte, el nazismo y el fascismo, hicieron una lectura propia del darwinismo social para defender su teoría de la desigualdades entre los individuos, con las terribles consecuencias que todos conocemos.
El triunfo de la democracia y del estado del bienestar, después de la Segunda Guerra Mundial, enterraron el darwinismo social. Pero, sin lugar a dudas, ha reaparecido con el surgimiento del neoliberalismo, enemigo a ultranza de la intervención pública para corregir los abusos del mercado y para paliar las desigualdades sociales que genera, a través de la redistribución de la renta, garantizando los derechos sociales.




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